EL PASEANTE
Es Sevilla una ciudad en la que cada vez resulta más difícil pasear. Las obras tienen las calles llenas de obstáculos y caminar va siendo incluso peligroso. Esto constituye un grave problema, ya que una ciudad necesita sus paseantes.
Quien gusta del paseo, el paseante, suele ser un buen ciudadano. Una buena persona, diría yo. El paseo, como actitud existencial, conlleva la tolerancia, la ecuanimidad ante la realidad. El paseante puro no va a ningún lugar determinado. Sale “a dar una vuelta”, sin rumbo, o con el rumbo que vaya trazando la ocasión, dejándose atraer por las cosas y las personas, los lugares, el sol, la sombra. Es un ser atento, cuya atención va fluyendo con la realidad que se le presenta. Vive el momento desde una identidad diluida y confundida con la de otros muchos que caminan. Es, apenas, “un punto afluido a la corriente de la vida”, en palabras de Aleixandre.
Para el paseante todo en la ciudad se convierte en punto de referencia y motivo de contemplación y conocimiento. Va asimilando todo con tiempo. No se precipita. Examina, vuelve a pasar, se detiene y descansa, valora, pondera, reconoce, imagina, recuerda, entiende o cree entender el movimiento de la vida, respetuoso con ese ritmo sagrado de las edades, con los fugaces niños, con los jóvenes, indolentes o exultantes, con los ocupados adultos.
La sabiduría del paseante se forja en un punto de indiferencia y otro punto vacío, desde los que ejerce de observador, percibiendo señales, signos, cambios, que van escribiendo una imparable historia de la ciudad.
Por eso, añoro esos paseos por Avenida Reyes Católicos arbolada y bien puesta, lo mismo que detesto ahora pasar por allí, entre los ruidos, la polvareda y las máquinas, el martillo pilón y las vallas metálicas que nos obligan a transitar la calle de uno en uno y como asustados. Y por añorarlo, evito ese paseo y doy la vuelta por los Jardines de Murillo y los Reales Alcázares. Esperando que no destruyan la ciudad por unos votos.
2 Comments:
Me ha encantado este homenaje al paseante. Me ha transmitido paz, armonía, serenidad, gozo.Gracias por este post, Francisco.
Saludos
Gracias a tí Gatito, por la compañía. Tus paseos literarios son también un placer esperado. Un saludo.
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