Tuesday, April 24, 2007

MORANTE

Ayer Talavante salió por la Puerta del Príncipe, pero el que triunfó fue Morante. El torero de Puebla del Río nos hizo vivir una tarde de esas que no se olvidan. Fue el hombre derrotado, abroncado, cubierto de oprobio, impotente, tras la infame y alevosa actuación en su primer toro. Allí, en el burladero, querría desaparecer. Luego, en el siguiente toro, el primero de Talavante, hizo un quite de arte, entre abucheos y gritos de "torea al tuyo" y "fuera, fuera". No se le perdonaba. Y llego su segundo toro...y fue avanzando, con todo el miedo del mundo reflejado en su pálido semblante, descompuesto (no es torero de valor), a ponerse frente a la puerta de toriles, de rodillas. Los pitos iniciales se convirtieron en palmas y expectación. Iba a jugársela. Y se la jugó. Y triunfó, en una faena de un toreo exquisito, un toreo que embarcaba al toro y lo acompañaba en su recorrido, con todo el arte del toreo sevillano. Con gracia, con embrujo. Ese regusto plástico y emotivo que compartía con mi compañera de tendido. La plaza se entregó, fue feliz su público, el mismo que le había desahuciado, pero que le esperaba en lo profundo de sus recuerdos. Y yo, que no había visto nunca nada igual, ví la plaza blanca de pañuelos y al Presidente, en gesto inédito, sacar de golpe, como dos cartas sobre el tapete, los dos pañuelos blancos. Dos orejas de pasión. Todo se puede transformar, todo puede cambiar y en el infierno puede estar el cielo esperando. Yo ya soy de Morante. De ese hombre irregular, imprevisible, ciclotímico, bipolar, que daba la vuelta al ruedo en trance, como quien ha sido rescatado de un naufragio, con las dos orejas en las manos y la mirada ausente. No estaba allí. Estaba más muerto que vivo, porque su toreo es trágico y trascendental.

Friday, April 20, 2007

LA POESÍA

La poesía es el tema del poema, según Wallace Stevens.
La poesía es lo que experimenta el que lee un poema, según Gil de Biedma.
La poesía no es literatura, dice ahora Gamoneda, es un arte de la memoria.
La poesía está fuera del poema, en definitiva. El poema se limita a recrear algo que sucede. "Poesía eres tú", como dijo Bécquer, porque poesía es la belleza que se descubre. La poesía es una realidad que uno percibiría mediante un afinamiento de la sensibilidad, un ajuste al que ayuda el poema. El poema: educación para vivir la poesía de la vida cotidiana.
Canales abiertos a la poesía, abiertos -de alguna forma- por el poema, que nos ayuda a fijar la mirada en las cosas, con un sesgo poético.
Gracias a los poetas que nos dan la esperanza de la poesía, la esperanza de la plenitud humana del vivir, en el poema.

Sunday, April 15, 2007

LA DUDOSA LUZ DEL DIA

El once de agosto de 1992, Fernando Arrabal cumplió sesenta años. Desde ese día hasta el último del mismo año, llevó un diario personal, que fue publicado bajo el título "La dudosa luz del día" (Espasa Calpe, 1994). Hoy, he llevado a cabo una ceremonia que repito de vez en cuando, con placer: quitar los libros de mi mesilla y poner otros, para que me acompañen ahí durante un tiempo. Es su presencia la que cuenta. Uno de estos libros suele ser el diario de Arrabal. Sus anotaciones tienen la virtud de hacerte partícipe de su mundo, de la forma en que vive la vida. Mezclando el sueño y la vigilia. En una ceremonia de confusión, lo soñado pasa a formar parte de lo vivido y la vida pasa a ser algo onírico. El hombre es unidad entre ambos mundos: el consciente y el inconsciente. El erotismo, la fantasía, la magia, la destrucción, la amistad, el ajedrez, las secretas conexiones entre mundos y tiempos, historia y presente, literatura y vida...conforman una vida -como la de cualquier otro- única, creación propia, invento de uno mismo. En Arrabal se mezclan lo clásico y lo cañí. Se confunden la erudición y la pornografía, lo santo y lo sacrílego. Todo vale si hace buen fuego. Eso es lo que me viene a recordar el libro sobre mi mesilla: también soy dueño de mis sueños y mi vida es mi sueño.

Tuesday, April 03, 2007

EMMANUEL LÉVINAS


El filósofo hoy no puede ser alguien encerrado en su yo.

Estoy estos días -no sé el porqué- leyendo cosas sobre Lévinas. Un judío. Un filósofo judío. Un filósofo francés y judío, que vivió la experiencia de los campos de concentración nazis, la experiencia del exterminio de la mayor parte de su familia. Esta realidad interroga al hombre moderno con tal fuerza que no puede sino marcar un antes y un después en la historia del pensamiento. Cómo ser hombre después de Auswitz.

Tal vez la experiencia del holocausto determinó el camino ético de Lévina. Rechazó la tradición metafísica erigida sobre el "yo" (el cogito cartesiano), para señalar como fundamento de todo conocimiento la relación con el otro. Lévinas -leo en una página dedicada al autor- no entiende la filosofía como amor a la sabiduría, sino como sabiduría que nace del amor. Me gusta pensar esto. Que en el amor es donde alcanzo a vislumbrar la verdad, donde me hago sabio.

De alguna manera, mi yo no se puede entender sin los otros. Sin las personas que cuidaron de mí, me enseñaron, me quisieron. Aquellos con quienes me relaciono y vivo. Aquellos a los que cuido y de quienes me preocupo.

En soledad no se vive -señala Aleixandre-, parafraseando y entendiendo el "no es bueno que el hombre esté solo de la Biblia". Porque vivir es amar, vivir es vivir con, convivir. La vida es relacional.

El hombre no es algo hecho. Cada persona es un camino. Y el camino es el lugar de encuentro con los que no soy yo, con los que no siendo yo me hacen salir de mis límites, avanzar. El camino es experiencia, no definición. Es acto de caminar. Una permante pregunta a la vida. Pregunta que nunca se acaba de responder, porque vivir es seguir formulando la pregunta.