Tuesday, January 30, 2007

MI NOTA

"Desafinado" es el título de una conocida canción. Yo gustaba del samba en mi adolescencia. Eran los años de la popularización de la bossa-nova. Recuerdo mis primeros discos de Antonio Carlos Jobim y Miucha, y ya más tarde, las actuaciones de Vinicius de Moraes en "La Fusa", con su parceiro Toquiño. Pero ya antes había apreciado esa forma de componer y de cantar, imperfecta sí, con acordes inventados. Como yo, con la guitarra, intentando conseguir ese mismo tono desafinado, mestizo o simplemente confuso, de la música brasileira. Esos acordes que yo mismo inventaba, por no saber rasguear la guitarra, por no saber apenas cantar tampoco. Pero, componiendo y cantando, grabando en un magnetófono mis canciones, pues no sabía de música ni de notas, con mis trece años, creando un idioma portugués desconocido, "a ilusao do carnaval", sentia mi alma volar a las playas de Copacabana, a los cuerpos dorados en Ipanema. Tarde de vagabundage en Apoá. La vida es un acto de encuentro, compañero.

Hoy me cuesta más desafinar en las cosas que hago por la vida. Hoy me apremia la exigencia de hacer las cosas bien. Pero qué feliz (o qué infeliz) era ese chico con su guitarra, inventando acordes, inventando un idioma, creando sus propias canciones.

Hoy me gustaría volver a arriesgarme a desafinar a pleno pulmón. Arriesgarme a desafinar, con tal de llegar a dar mi nota. Esa nota que sólo yo podré dar en esta vida. Esa nota que, dándola, me haría el hombre más feliz (siquiera infeliz), para seguir así siempre sambando, "na batucada da vida".

Tuesday, January 16, 2007

OJO ENAMORADO

Una amiga me envía las fotos de su último viaje. Veo por sus ojos la misma ciudad que yo ví, de la que me enamoré. Ella mira y ve novios besándose, ve muchachas cogidas de la mano, ve niños jugando, gentes sentadas en esos miradores al mar, o bajo acogedores árboles, ve cielos, ve flores, fotografía la amplitud de horizontes, o a mujeres corrientes que friegan y tienden la ropa. Ve la belleza de lo cotidiano, como un maravilloso regalo sin abrir. Así ve, gracias al amor que ha llegado a su vida: bendita sea! Enamorados vemos sonrisas, vemos ternura, belleza, alegría...Son nuestros ojos los que engalanan el mundo. ¡Qué consuelo saber que el mundo es realmente así! Tan bello. Porque el corazón enamorado sabe la verdad: Dios habita todas las cosas de este mundo. Dios, digo, el amor. Amor que es una forma de mirar, sin velo, la maravilla de la vida. Dame, Dios, el amor de la mirada, para ver esa belleza.

Thursday, January 04, 2007

LA ENCRUCIJADA

Para Beatriz.



“El camino de los ingleses”. Un grupo de chavales en la encrucijada, que apuran al máximo sexo, alcohol, violencia, antes de que les cambie la vida. Málaga. Años 70. Antonio Banderas ha dicho que la película trata sobre el momento en que cada uno tiene que elegir su futuro: si no me hubiera ido de allí entonces, quince años después hubiera acabado trabajando como profesor en cualquier colegio, sintiéndome un perdedor. Algo así leo en la hoja que facilitan al entrar en el cine. Me interesa (yo permanentemente estoy en la encrucijada, yo no tuve adolescencia, yo elegí mal).

Según transcurre la historia, me sumerjo en aquellos años, las tardes de piscina, los muebles, las chicas en bañador, los chiringuitos, las cervezas, el verano. Cuánta era, en aquellos tiempos, la distancia que separaba Málaga de un Londres: dos mundos... La juventud de aquí y la de allí (donde todo parecía posible). En un momento, el protagonista dice algo a su chica: “¿por qué no dejamos todos esos sueños lejanos? Tú y yo… lo tenemos”. Tenemos la felicidad. Y pienso en Antonio Banderas y lo que dejó en Málaga. Crecer ¿es enterrar lo que tenemos, decir adiós? ¿Hay que irse para crecer? Cuánta gente conozco que se iría pero se queda. Y cuánta que piensa que se equivocó no yéndose. Gente que sigue viviendo en su pueblo, paseando por el mismo parque en que jugó a la pelota. Pero sentirse bien o mal ¿depende de lo que uno hizo, de las decisiones que tomó? No sé porqué razón Antonio Banderas cree que se hubiera sentido un perdedor (el término no me gusta) de haberse quedado en su tierra, con sus amigos (que se quedaron). Ahora es Antonio Banderas, vale. Ahora es ¿el que quiso ser? ¿Es la felicidad algo objetivo, dar lo máximo que uno ha podido dar? Y recuerdo lo que dice Roberto Bolaño en su última entrevista: fui feliz por lo menos un ratito todos los días de mi vida, incluso en las peores circunstancias. La felicidad como “conquista” de que hablaba Bertrand Rusell, conquista a la adversidad, a la monotonía, al dolor.

En la película me impresiona el personaje de Victoria Abril (está, como siempre, genial). Esa mujer sabia (¿fracasada?), profesora, que capta a ese adolescente en su encrucijada y le seduce para instruirle, para indicarle el camino interior, para que aprenda a mirar adentro: tú tienes a tu “Beatriz” dentro de ti, esa chica o cualquiera otra no son la Beatriz que amas. Está ahí dentro, no fuera. El amor precede a su objeto. Hay que crearlo dentro de nosotros. En tal caso ¿cómo consistirá la felicidad en irse o en buscar otra chica? ¿Por qué el mito de marcharse del hogar, dejar la casa? Cuando Victoria Abril despide a Miguelito y le dice que nunca vuelva, pase lo que pase, sus ojos, sus lágrimas, muestran el verdadero amor: el amor que se desprende de su objeto. Todo esto es complicado. Porque nada es permanente y el verano termina con las lluvias y la vida es una ruleta.