Thursday, June 29, 2006

METÁFORA


Esta es la puerta de la carne (José Joaquín Parra Bañón)

Wednesday, June 14, 2006

EL POETA MADURO


En Lisboa -siguiendo las huellas de Pessoa- entramos en un café-librería. Buscamos en el anaquel, pero lo que descubrimos para leer fue "Las personas del verbo", de Gil de Biedma. Recuerdo haber leído juntos, divertidamente escandalizados, el poema "Pandémica y celeste", por cierto, uno de los preferidos del poeta. Gil de Biedma dejó de escribir al llegar a los cuarenta. Se sintió viejo para el verso. Inventó su muerte y ya sólo publicó algunos poemas que llamó con ironía triste póstumos. Han pasado algunos años desde aquella tarde. Y ahora llega a mis manos una nueva edición de aquél libro. Y repaso el poema leído al unísono, mientras tomábamos un café en un café-libería de Lisboa. Y se me viene a la mente esa desilusión de Gil de Biedma, ya maduro. Y noto que también para mí han cedido muchas ilusiones. Y leo esos poemas póstumos del hombre prematuramente envejecido: "no es el mío, este tiempo". O este otro verso inapelable: "de la vida me acuerdo, pero dónde está?". Y -para salir de este sentimiento que empieza a embargarme- vuelvo a recordar la luz de Lisboa y la música que se oía por sus calles y evoco ese deseo de seguir las huellas de Pessoa con un amigo, buscando al poeta que engañó a la vejez, asumiendo otras identidades, navegando por encima del yo cansado. Y recuerdo esa ventana a la que nos asomamos y desde la que el hombre maduro fue enamorándose de aquella vecina, con un amor juvenil y devoto. Amor que espera tras la ventana, todavía, cualquier día.

Monday, June 05, 2006

VUELTA A CASA


Borges, con los años, fue prescindiendo de la sorpresa. En "Historia Universal de la Infamia", el mismo título -como reconoce- pretendía aturdir. El barroquismo de los textos gustaba de la sorpresa verbal (adjetivos inesperados o contrapuestos) o de la sorpresa intelectual (juegos de la lógica). Pero Borges se cansó de estos artificios y pretendió avanzar a la simplicidad. Colocar la palabra justa (le mot juste), la palabra esencial: agua, pan.
Esa evolución a la sencillez, ese descargarse de la necesidad de sorprender a los otros, es una muestra de madurez. Con los años, nos volvemos a lo corriente. Volvemos a casa, como Ulises; volvemos a Penélope, también. Nos reconocemos, en algún momento de la vida, cansados de tanta aventura fantástica (real o fantaseada) o descubrimos que los paraísos soñados no son sino un encantamiento de Circe. Entonces, hacemos el camino de vuelta a lo esencial de la vida y al volver nos renococe nuestro perro. Y nos damos cuenta de que ella nos esperaba y nuestro hijo había salido a buscarnos.


ARTE POÉTICA

Mirar el río hecho de tiempo y agua
Y recordar que el tiempo es otro río,
Saber que nos perdemos como el río
Y que los rostros pasan como el agua.

Sentir que la vigilia es otro sueño
Que sueña no soñar y que la muerte
Que teme nuestra carne es esa muerte
De cada noche, que se llama sueño.

Ver en el día o en el año un símbolo
De los días del hombre y de sus años,
Convertir el ultraje de los años
En una música, un rumor y un símbolo,

Ver en la muerte el sueño, en el ocaso
Un triste oro, tal es la poesía
Que es inmortal y pobre. La poesía
Vuelve como la aurora y el ocaso.

A veces en las tardes una cara
Nos mira desde el fondo de un espejo;
El arte debe ser como ese espejo
Que nos revela nuestra propia cara.

Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
Lloró de amor al divisar su Itaca
Verde y humilde. El arte es esa Itaca
De verde eternidad, no de prodigios.

También es como el río interminable
Que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
Y es otro, como el río interminable.