Thursday, November 30, 2006

DESORIENTAR ORIENTANDO

En Triana, un grupo de turistas franceses están desorientados. Preguntan a una turista española que entiende su idioma. Ésta a su vez pregunta a la primera persona que pasa: "¿qué hay por aquí digno de verse?". El interrogado se queda un tanto perplejo y contesta: "Por aquí no hay nada que ver, este es un barrio de los años sesenta; ahí al lado está la Esperanza de Triana, pero está cerrada; más lejos, el Cachorro, pero no sé si se podrá ver; mejor pasen el puente y vayan al Centro". En realidad, lo que hay al lado es la capilla de la Virgen de la Estrella y se le ha olvidado indicarles la posibilidad de pasear por la calle Betis o conocer el entorno de la Catedral de Triana o la calle Pureza. Ha sido tan repentino...y él iba pensando en sus cosas. En realidad, él vive en Los Remedios, pero está dando su caminata matutina y, se ha encontrado descolocado. La intérprete traduce. Él no está tranquilo y vuelve sobre sus pasos..."mejor que pregunten a un sevillano...".
Mejor esto. Mejor reconocer que uno no sabe. Mejor que desorientar. Mejor que hacer perder una oportunidad de saber al que no sabe. ¿Cómo pudo haber sido la historia? Pudo él haber estado dispuesto a volver por otro camino, no el de todos los días. Desviarse y acompañar un trecho a los visitantes, hacer un tanto de camino con ellos. Podría haber practicado su francés tan olvidado. Podría haber pasado un buen rato en el papel de cicerone. Podría haber mostrado las bellezas de su ciudad y ayudar de verdad (tenía tiempo). Pero la rutina atonta tanto...¡Qué difícil salirse del camino, del surco que uno ha ido profundizando a base de transitarlo a diario! Y sale solo el ir por el surco y seguir adelante...y cualquier cosa que entorpezca la marcha rutinaria nos descoloca y nos pone nerviosos: no sabemos salir, nos cuesta salir y nos resistimos a romper con la costumbre.

Thursday, November 16, 2006

TE DICE NO

Te dice no y tú te enojas
como un niño, sientes el no (sin más razones)
como una llave que cerrara alguna puerta.
Te cierran.
Te cortan las alas.
Porque eres un niño que siempre acata
el no que le dicen.
Quisieras el sí, siempre.
El sí sin condiciones del amor consentido
("no me da, no me quiere").
Tu placer no admite el no.
Tu hambre no admite el no.
Quisieras que te dieran, recibir
siempre un respaldo.
Pero el no te paraliza
cuando más avanzabas a tu gusto.
Y el gusto se estropea,
el sabor se pierde del momento.
La locura no es compartida
y el sentido común no sirve.
Es el no de la madre:
ese no incomprensible para el niño,
ese no irreversible y sin sentido,
para el que se limita a ser amado.
Ese no al que no puede uno hacerle frente,
sin un berrinche de niño destetado.

Monday, November 06, 2006

MARAVILLAS DE UN LUNES

Perder una entrada para el concierto de Keith Jarret. Llegar tarde por pocos minutos, debido a una interminable gestión en el Corte Inglés, para acabar sin viaje para el puente (todo lleno, no se pudo confirmar el hotel de Roma...adiós viaje), y tras múltiples interrupciones telefónicas a la empleada -¿por qué tiene preferencia el que llama sobre el que está sentado delante de la chica?-, tras larga espera previa a que quedase libre -nadie tiene prisa cuando está en su mesa y menos ella-, tras encontrar fuera de servicio la máquina del parking, tras pedir cambio, tras soportar un atasco a la salida, en medio de una discusión conyugal absurda pero mil veces repetida (y venidera) -somos tan distintos cuando de viajar se trata-, tras salir corriendo, para llegar y torcerme el tobillo derecho (el otro ya me lo torcí y sigue a veces molestando), por intentar eludir una de las múltiples verjas que delimitan las obras en marcha en la ciudad, saltando y cayendo con mal paso sobre un bordillo, para encontrarme al fin con nadie en la taquilla y los últimos entrando y preguntar la hora -me dejé el reloj- y pasan cinco minutos de la prevista, pero ya no hay modo. Y saber que sólo hace tres horas pagué con la tarjeta una de las últimas localidades (en un palco, esquinada), creyendo tener todo el tiempo del mundo por delante. Y ahora, esperar a que en casa escampe...aguantando el agresivo silencio y la culpa del múltiple fracaso (siempre para el final lo dejo todo). Y sentir que es más lunes que nunca, mientras me froto el pie y temo lo peor para cuando esto se enfríe...Valor.