El otro día me contaba
Angèline, autora del blog
"Y sigue nevando", su proceso de escribir. Me sorprendió comprobar que es casi idéntico al de
José Jimenez Lozano. Transcribo las palabras de Jimenez Lozano, para todo aquél que desee saber si es un escritor auténtico:
"El oficio de narrar es muy modesto y no tiene mucho que explicar [...] En principio, lo que hay que decir es que el narrador está en el mundo, en medio de los demás hombres, con historias de siglos a cuestas, y que, entonces, sólo tiene que mirar y escuchar, y ver luego como cuenta aquella historia que tiene que contar.Por lo que a mí respecta, comienzo por ver y oír esos personajes que cuentan ellos mismos esa historia, la suya o la de otros, o que la están viviendo. Se ven unos rostros, y se escuchan unas palabras, aunque de manera difuminada, y este proceso puede durar mucho tiempo. Y no es que no esté pendiente de él durante ese tiempo, sólo de vez en cuando afloran allá dentro de mí esos personajes y esas historias, y un día, sin saber por qué, se pone uno a escribir, un poco o un mucho como haciendo de puro amanuense; y, en realidad, no se sabe bien hacia dónde se va. Como mucho, se tiene una cierta idea del final, pero con frecuencia no es eso lo que luego sucede.En este tiempo de escritura, pongo sobre el papel absolutamente todo lo que voy viendo y oyendo, despacio y con cuidado, porque hay que escuchar bien las palabras y encontrar el modo de su ordenación, porque las palabras y su orden son todo, en la escritura literaria y muy especial en la narración, porque la narración no es otra cosa que levantar vida con palabras. El narrador vive la vida de sus personajes, pero tiene que lograr que eso mismo le suceda al lector. Tiene que arrastrar a éste a otros mundos que no son su mundo, sacarle de su vida, y comprometerle en la historia que se cuenta; pero también tiene el lector que oler a tierra mojada, oír un llanto o un susurro, sentir frío o silencio, y ver los lugares o los muebles que guardan una significación profunda para la historia que se está contando.Y en este tejer y destejer, porque hay que tachar, desprenderse de buena parte de lo escrito, y echarlo a la papelera, y hasta hay que arrojarlo todo en ella y volver a empezar - rara vez añadir algo a lo escrito, a menos que se escuche y se vea mejor - está todo el oficio de escribir, que es esperar. Se deja lo escrito en reposo mucho tiempo y se vuelve a leer, y se vuelve a dejarlo en reposo, y así cuantas veces sean necesarias, porque la lucha con las palabras y su ordenación es larga, hasta que se ve claro que toda intervención en esa escritura sería intromisión o manipulación, construcción e ingeniería. [...]"
("El oficio de narrar", en José Jiménez Lozano.
Contra el olvido, edición de
Amparo Medina-Bocos, León, Edilesa, 2002, pp. 7-8)
También
Angèline ha destruído muchos de sus originales. Entra dentro del proceso de la verdadera literatura, esa que no cuenta con la publicación como única meta. Enhorabuena a todos los escritores verdaderos.