Friday, April 16, 2010

REINVENTANDOSE CADA DÍA



Monet pasa años pintando nenúfares. A distintas horas del día y de la noche. Pinta a plein air. Pero siempre es diferente. Cada cuadro es una investigación de los reflejos del cielo en el agua, de la combinación cromática de la luz en las superficies, de la profundidad. Los nenúfares flotan sobre el agua, son sólidos en un medio líquido, no reflejan la luz entre tanto espejo. Sentimos -viendo estos cuadros en Madrid- que fue feliz porque eligió una tarea inacabable, una tarea que nunca podría terminar, pero a la que cada vez podría aproximarse con una misma inocencia en los ojos. Sentimos que con setenta y muchos años era un jovenzuelo ilusionado, capaz de cambiar radicalmente su forma de pintar. En sus últimos años, con ochenta y noventa, es el rasgo, la pincelada lo que cuenta, pinta con los dedos, llega a la abstracción completa. Es un camino personal en el que cada vez va apareciendo más el lienzo blanco detras de una serie de trazos, aportando la luz del vacío de pintura.
Ser como Monet. Elegir una tarea inacabable. Reinventarse uno permanentemente. Ir a la realidad para allí captar su poesía, ir una y otra vez a lo pequeño y cotidiano, para captar la poesía de un pequeño recodo de una laguna, visitada una y otra vez, con la misma admiración y sorpresa.

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