Tuesday, December 18, 2007

MEU FADO MEU

Fue da noite...Mariza cantó para nosotros, casi en la intimidad. Era mi primera vez. Recordé aquella otra noche, hace años, en el barrio más melancólico de Lisboa, cuando fuimos juntos a escuchar los primeros fados de mi vida. Qué era el fado, pensábamos. El fado es el destino de una persona. El destino de un amor. "Las historias de amor siempre tienen finales tristes". Recordaba el placer que me produjo escuchar el sonido de las guitarras portuguesas (tres distintas y acordes), un sonido delicioso. Aún tratándose de un lugar turístico, casi una sórdida taberna, con cena de rancho incluída, pudimos disfrutar de la autenticidad de esos hombre y mujeres, cantando esas melodías sensuales, de lejanía y nostalgia, junto a unas misteriosas vecinas de mesa, solas como nosotros, que las mirábamos al son de la música.

Mariza cantó de niña en esas tabernas. Desde los cinco años acostumbró su voz a sobresalir entre las conversaciones de los comensales menos melómanos. Así comenzó su carrera esta mujer esbelta, alta, encarnación esta noche de la elegancia misma, sobre unos grandes tacones que destacan su porte, vestida con un traje negro majestuoso. Esa belleza elegante, que se mueve lentamente, cadenciosamente, girando sobre el eje de sus hombros anchísimos, con una leve inclinación de la cabeza, como en un rezo dinámico de derviches.

La sangre mestiza estalla por unos ojos redondos como frutos maduros y una boca amplia que sabe reir entera. Elegancia al cantar, al modular la voz para entonar con clasicismo estos fados, con toda la necesaria potencia y expresión. Elegancia al hablar ese "portuñol" entrañable, que nos acerca y que creamos juntos.
Mientras canta "Meu fado meu", de su disco "Transparente", con sus preciosos arreglos en los que incluye un trío de cuerda (violín, viola, violoncelo), queda fija la mirada en esa mano con que va acompañando el sonido, con un gesto de inmovilidad, casi de muerte, que me recuerda al destino hoy me vuelve a traer al fado, porque siempre volverá uno a las cosas que amó una vez. Ese fado que gustaba tanto a Bernardo (Carlos do Carmo) y que me gusta tanto a mí esta noche, en la que recuerdo otras y anticipo la que mañana sucederá en Coruña, donde mi fado, me lleva por primera vez.