ELOGIO DE LA CARICIA
Siempre he sentido una inclinación personal extraña hacia lo judío. Esto también le ha sucedido a algunos de los escritores a los que admiro (Borges, Joyce...). Creo que la razón puede estar en esa condición del judío errante (que se siente extranjero en su medio, apátrida); también en el origen de este pueblo, que nace del "Libro". El culto al libro, al carácter infinito del Libro (como manifestación de Dios), es lo que distingue al pensamiento judío. El libro como patria. Vengo de Dublín, donde he visto ese culto al libro también. El Libro de Kells se expone como una patria de los irlandeses.
Desde hace algún tiempo, me atrae el pensamiento judio: el Talmud y el Midrash. La escuela talmúdica trata de evitar que el pensamiento se detenga y cristalice en "dogmas". Provoca y postula la dialéctica de las interpretaciones, la contradicción que abre brechas en el sentido, el casual encuentro de ideas que "da que pensar" o el humor. La intersubjetividad de los Maestros. La intertextualidad de los libros. Se trata de distintas vías para mantener el pensamiento siempre en marcha (como quería Nietzsche: "sólo tienen valor las ideas que se nos ocurren mientras caminamos"). Se trata de conquistar la propia libertad mediante aperturas que nos den acceso a un "poder ser las cosas de otra manera".
Mark- Alain Ouaknin, en su libro "Elogio de la Caricia", expone lo que llama el "pensamiento riente", que renuncia de antemano a la meta de poseer la verdad ("un pensamiento vagabundo y nómada, que nunca sabe de antemano a dónde va: partir, tal es su propósito"). La verdad sólo puede ser acariciada, no poseída. Siempre es necesaria una distancia, un "espacio de deseo". Como en un movimiento erótico, la verdad se deja ver y se oculta, en un parpadeo, manifestación y retirada, como "dos senos de mujer que aparecen visibles e invisibles bajo un velo".
"Hay que aprender a no tener razón" (esto lo dijo también Borges), para permanecer deseoso de invención, de nuevas andanzas.
Desde hace algún tiempo, me atrae el pensamiento judio: el Talmud y el Midrash. La escuela talmúdica trata de evitar que el pensamiento se detenga y cristalice en "dogmas". Provoca y postula la dialéctica de las interpretaciones, la contradicción que abre brechas en el sentido, el casual encuentro de ideas que "da que pensar" o el humor. La intersubjetividad de los Maestros. La intertextualidad de los libros. Se trata de distintas vías para mantener el pensamiento siempre en marcha (como quería Nietzsche: "sólo tienen valor las ideas que se nos ocurren mientras caminamos"). Se trata de conquistar la propia libertad mediante aperturas que nos den acceso a un "poder ser las cosas de otra manera".
Mark- Alain Ouaknin, en su libro "Elogio de la Caricia", expone lo que llama el "pensamiento riente", que renuncia de antemano a la meta de poseer la verdad ("un pensamiento vagabundo y nómada, que nunca sabe de antemano a dónde va: partir, tal es su propósito"). La verdad sólo puede ser acariciada, no poseída. Siempre es necesaria una distancia, un "espacio de deseo". Como en un movimiento erótico, la verdad se deja ver y se oculta, en un parpadeo, manifestación y retirada, como "dos senos de mujer que aparecen visibles e invisibles bajo un velo".
"Hay que aprender a no tener razón" (esto lo dijo también Borges), para permanecer deseoso de invención, de nuevas andanzas.